lunes, 22 de noviembre de 2010

Capítulo 8

-          Lo voy a conseguir con la ayuda de Alexander. Yo lo conozco desde antes de esta noche –dijo Amelia.
-          ¿Cuándo lo conociste? ¿Dónde? ¿Cómo fue?
-          Te ha faltado el por qué –añadió Alicia.
-          ¡Eso! –dijo emocionada Elena.
-          Es tan vergonzoso…-se llevó las manos al rostro ocultando sus mejillas ardientes de sólo pensar la humillación que pasó- Yo me estaba probando el vestido que Eva me ha quitado, mientras fuera de mi vestidor oía a alguien que decía algo así como “Aún estoy esperando ese pase de modelos” y obviamente, pensé que se estaría refiriendo a otra chica. Nadie dijo nada y él insistió hasta que abrió la puerta de mi vestidor.
-          ¿¡Qué me dices!? –dijo asombrada Aroa.
-          Lo que escuchas, ya os podéis hacer una idea del bochorno que pasé.

Todos miraban a Amelia incrédulos de su explicación, nadie podía dar crédito.

-          Pero ¿estabas desnuda? –preguntó Elena.
-          ¡No, no! Solo me hubiera faltado eso. Iba con ropa interior. A lo que quiero llegar es que él me vio con el vestido, me lo estaba apunto de poner. No entiendo cómo no ha dicho nada… por qué no me ha defendido. Además no será porque no me miró bien… -añadió esto último y al segundo después se arrepintió de haberlo dicho- Luego se quedó paralizado delante mía, me dijo que se había equivocado de persona y se fue corriendo, fue todo tan confuso…
-          Como que te miró bien ¿eh? –y Alicia le dio un codazo.

Amelia se puso aún mas ruborizada, ella podría decir lo mismo de si misma. También lo estuvo observando un buen rato, esos ojos azul cielo hipnotizaban a cualquiera. Estaba empezando a entender por qué su hermana estaba tan obsesionada con él.

-          A ver si lo he entendido bien, quieres que el tal Alexander se ponga en contra de Eva, que te defienda porque él te vio antes de la fiesta con el vestido y así desmentir que es de Eva y que realmente es suyo. También que ella se rompió el vestido delante tuya.
-          ¡Exacto! –dijo emocionada Amelia.
-          ¿No crees que te estás tomando demasiadas molestias? –preguntó Elena, para llegar a un punto exacto clave.
-          Elena, pensaba que me querías ayudar… ¿No quieres darle un buen merecido a Eva?
-          ¡Por supuesto! Pero me refiero que tienes demasiado interés en lo que piensa de ti Alexander, ¿no crees? A ti nunca te ha importado lo que piensen lo demás.

Elena tenía toda la razón del mundo. Amelia siempre había sido muy despreocupada para esos temas, más le daba si pensaban bien o mal de ella. ¿Porqué tanto interés de repente por la imagen que tenía de ella Alexander?
Amelia se había quedado sin respuesta, ni ella misma sabía la contestación. Se quedó unos segundos callada, pensando en qué declarar antes de decirle la verdad.

-          ¡Él sólo es un medio para llegar al fin! ¿Lo entiendes? Utilizo a Alexander para darle el merecido a Eva, solamente es un pretexto.

Elena no estaba muy convencida de la respuesta de su mejor amiga. Sabía que algo estaba ocultando y se avergonzaba de decir o directamente no lo quería expresar.

Mientras tanto, la fiesta recobró vida. Como si no hubiera ocurrido nada, la multitud bailaba al son de la música canturreando “I gotta feelingde The  Black Eyed Peas.

-          ¿Estás mejor? –le preguntó Alexander a Eva al oído.
-          Ahora contigo, sí –le respondió ella.
-          ¿Cómo? –le preguntó al no escuchar su contestación.

Ella se acercó a su rostro y le dijo con una voz dulce:

-          ¿Quieres que nos vayamos a otro sitio? –mirándole directamente a los ojos.

Se moría por él, únicamente con su presencia la hacía estar histérica. Lo adoraba todo de él, sus ojos, sus labios, su pelo, su voz, su olor y así una larga lista. No había estado tan obsesionada nunca por un chico. Supongamos, que era más que una obsesión. Por primera vez sentía algo tan profundo por alguien.

-          Mucho mejor –y la cogió por la cintura, acercando su cuerpo al de él.

Se fueron hacia la salida del chalet, enfrente tenía la moto aparcada.

-          ¿Es tuya? –le preguntó Eva al ver que iba hacía ella.
-          Si – afirmó él.

Ella le dedicó una sonrisa y se apoyó en ella. No sabía qué decir, los nervios hacía que su voz no funcionase. Tenía la mirada fija en el suelo, por miedo a encontrarse con esa mirada que la derretía entera. Oyó unos pasos, que daban por hecho que él se acercaba hacía Eva. Empezó a temblar y no sabía si era de frío o del nerviosismo.

-          ¿Te pasa algo? –Le dijo Alexander y la cogió de las manos- Tiemblas.
-          Lo notó cuando se puso en contacto con Eva, el se preocupó.
-          No es nada –le dijo.
-          ¿Tienes frío? Te puedo dejar mi chaqueta si quieres –y antes de que dijese nada, se la puso por encima de los hombros, una cazadora de cuero, perfecta para él.
-          En parte, sí –le respondió segundos después.
-          ¿Y por la otra parte? – dijo Alexander, pícaro.
-          Ella se sonrojó aunque la oscuridad de la noche ocultó sus sentimientos.

-          Bueno, tú… me pones nerviosa.
-          ¿Yo? ¿Por qué? –exigió saber él.
-          Creo que te podrás hacer una idea, nos conocemos desde hace muy poco, pero a mí me ha bastado para saber lo que siento hacía ti.

Se atrevió a mirar su rostro. Sus ojos miraban un punto fijo de ella, sus labios. Alexander estaba más cerca de lo que se esperaba Eva y se sobresaltó un poco, tiró hacía atrás, pero no pudo, estaba acorralada por él y su moto.

-          Lo que no sé es lo tuyo, tampoco es que te haya dado tiempo a saberlo, es normal, a mi tampoco me lo habría dado, pero contigo ha sido diferente. Desde el primer momento en que te vi supe que serías alguien especial para mí y…
-          ¡Sshh! –pronunció Alexander.

Notó sus fuertes brazos rodeándola por completo. Su estrecho cuerpo quedo totalmente inmovilizado y a total disposición de Alexander.

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