domingo, 21 de noviembre de 2010

Introducción

Sorprendentemente Eva, la hija menor de la familia, se siente tremendamente celosa al ver su inocente y paleta hermana mayor Amelia vestida con el atuendo del cual había suplicado tanto para que fuese comprado por sus adinerados padres. Un arrebato de furia del cual sale mal parada la honesta de la familia, consigue lo que no pudo por los buenos medios. Salir de aquella fiesta como una reina, con aquel vestido que siempre había soñado tener, con el apoyo de sus súbditos y la inmensa confianza de lo que se podía calificar como su novio, Alexander. Él era el chico apreciable en cualquier película de sábado por la noche. Alto, guapo, físico deseable, con una mirada fría como el hielo. La inocente de Amelia se hace rebelde, intenta poner en evidencia a la “roba-vestidos” y hacer lo que más quiere se vuelva contra Eva. La novata conspiradora descubre que aquella mirada fría y maléfica es verdadera, como su ocupación laboral del cual Amelia se ve metida sin su consentimiento. Por el buen o mal camino, su meta era visible y clara. La venganza por todo había empezado, sabía que le daría donde más le dolía a su adorada hermana Eva. Por qué en esas circunstacias los medios justificaban el fin, cargando con todas las consecuencias.

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